La Guerra cambiaria y el G-20

El 13 del corriente mes finalizó en Seúl la quinta cumbre post crisis del G-20. En las cuatro reuniones anteriores fueron muchos los temas debatidos, pero pocas las medidas acordadas. Sin embargo, desde la reunión inicial, realizada en noviembre de 2008, en Washington, hubo dos principios básicos en los cuales hubo consenso general: el G-20 sería el encargado de la coordinación y, asimismo, las políticas de estímulo se mantendrían en vigencia todo el tiempo que fuera necesario hasta que se lograra consolidar la recuperación.

A medida que el tiempo fue transcurriendo, y que una tenue recuperación global comenzó a emerger, y se fueron profundizando distintas divergencias, basta recordar las posiciones antagónicas de la Fed y el Banco Central Europeo respecto a las políticas monetarias de estímulo, en especial la reciente decisión de la autoridad norteamericana de implementar una segunda etapa de «relajamiento monetario»,  no hay duda de que en esta Cumbre la cuestión crucial pasaba por intentar resolver el incipiente y gravísimo proceso de la guerra cambiaria.

¿Cómo se genera y qué consecuencias tiene una guerra cambiaria? En un principio, las economías con fuertes desequilibrios comerciales externos,por ejemplo, EE. UU, devalúan sus monedas de manera de favorecer sus exportaciones y, simultáneamente, encarecer sus importaciones. Obviamente, la reacción de las contrapartes, que ven sus exportaciones amenazadas, no se hace esperar y comienzan también a modificar en el mismo sentido el valor de sus monedas. De no cortarse este perverso mecanismo, la siguiente etapa es la «defensa» de las producciones nacionales mediante subas indiscriminadas de aranceles de importación, lo cual necesariamente lleva a una brusca caída del comercio internacional y a una recesión global.

Explicada la mecánica de la «guerra cambiaria», se comprende perfectamente porque era éste el tema fundamental a discutir. En efecto, de no lograrse interrumpir su dinámica, sería altamente probable que la economía global cayera en una nueva recesión e, incluso, en una depresión tipo década del 30.

Dada la extrema gravedad del problema, la pregunta que se impone es la siguiente, la respuesta de la Cumbre a sido una declaración final de buenas intenciones respecto a
• La necesidad de coordinar las acciones macroeconómicas
• Evitar los manejos competitivos de los tipos de cambio
• Disminuir las volatilidades
• Eliminar las barreras comerciales
• Apoyar un crecimiento equilibrado y sostenible
Es imprescindible encarar el tema cambiario. Para ello será necesario que China de el puntapié inicial flexibilizando un yuan extremadamente subvaluado y, en simultáneo, se permita a los países emergentes protegerse de los flujos de dólares especulativos que los inundan en busca de mayores tasas de interés, provocando alarmantes revaluaciones de sus monedas (Brasil puede dar cuenta de ello)

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