¿Apostar al dolar es apostar a la inflacion?

Ultimamente es raro oir recomendaciones de funcionarios a ahorristas, dado que ciertas recomendaciones operan como señales de alerta. El que apuesta al dólar pierde, los depósitos están garantizados, las cuentas fiscales son sólidas, son expresiones que suelen ser acompañadas por corridas contra la moneda, retiro de depósitos y liquidación de bonos públicos

La pregunta es por qué el ahorrista minorista elegiría pasarse al dólar justo cuando, con tasas internacionales en mínimos históricos, el dólar rinde poco y nada. Existen dos posibilidades, o el ahorrista espera una apreciación del dólar tras las elecciones, o no encuentra razones para ahorrar en pesos.

La realidad es que el peso no es una moneda sobrevaluada: el balance comercial es positivo y el tipo de cambio real medido contra una canasta de monedas relevantes como dólar, euro, real y yen se ha mantenido estable en los últimos doce meses.

Además, la menor entrada de dólares por cuenta corriente gracias a un aumento de las importaciones que refleja una combinación de inflación, dólar planchado y demanda galopante no debería ser un problema para un país desendeudado y en crecimiento.

Respecto a muestro pais, a este nivel de crecimiento, con empleo pleno en varios sectores clave y en un contexto inflacionario, el traslado del dólar a los precios sería mayor que en los primeros años de la poscrisis.

Un depósito en el banco paga alrededor de 10%, menos de la mitad de la tasa de inflación, con lo que el ahorrista desahorraría a razón de, digamos, 13% anual.

Respecto a las opciones financieras, los papeles indexados al CER o a la denominada Badlar que pagan cerca del 20% nominal a plazos más largos, y acciones, fideicomisos y demás.

Ahora bien, respecto al dolar, si bien hoy se aprecia a una tasa menor al 10%, bastaría una leve aceleración para que le ganara, en pesos, al depósito bancario.

¿Cómo se revierte este patrón regresivo? La manera más simple es, previsiblemente, bajando la inflación, de modo de no erosionar los ahorros de los pequeños ahorristas. Una inflación de un dígito eliminaría los temores de depreciación  y volvería atractivo el 10% que pagan los depósitos.

De paso, con la afluencia de depósitos, los bancos pasarían del negocio chico de prestar al ahorrista el mismo dinero que éste deposita a tasas bajas, al negocio grande de convertir ahorros de corto plazo en crédito de largo plazo , incluyendo el préstamo hipotecario para la vivienda, el mecanismo de ahorro por excelencia de las clases medias en todas partes del mundo.

En última instancia, el que apuesta al dólar apuesta, resignadamente, a la continuidad inflacionaria. Sera esto asi…

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